La consulta, tanto electrónica como personal, es gratuita. Si se trata de una cuestión sencilla, le contestaremos vía correo electrónico. Si creemos que es necesaria una entrevista personal, le daremos además una cita en el Estudio.
Primera entrevista: es conveniente que a la primera consulta personal en el Estudio concurra con los últimos recibos de sueldo, pues de allí extraemos datos que son fundamentales para el asesoramiento. También, si recibió un telegrama de la empresa, debe traerlo consigo. Si del asesoramiento surge la necesidad de hacer un reclamo formal a la empresa, redactaremos los telegramas que hagan falta. Si el empleador no acepta el reclamo, lo más probable es que debamos iniciar un juicio.
Previo al juicio, sin embargo, existe un procedimiento de conciliación, que es obligatorio y donde se puede llegar a un acuerdo. En Capital Federal se conoce como SECLO (Servicio de Conciliación Laboral Obligatoria). Se sortea un conciliador a través del Ministerio de Trabajo y se fija una audiencia de conciliación. En esa audiencia, nosotros lo acompañamos y lo asesoramos.
Si no hay acuerdo, entonces debemos iniciar el juicio, para lo cual es necesario que nos otorgue un poder para que lo podamos representar. El trámite de otorgamiento del poder es personal, no se hace ante un escribano sino en la Justicia del Trabajo y no tiene costo.
Honorarios: los abogados laboralistas no cobramos la consulta, ni el trámite del proceso. Percibimos un porcentaje de lo que cobra nuestro cliente con motivo de nuestra intervención. Si se llega a un acuerdo antes de iniciar el juicio, debe pagar el 10% de la suma que ud. percibe. Una vez iniciado el juicio, en el caso de que se cobre, ya sea por acuerdo o llegando a la sentencia, debe pagar el 20%. Si el juicio se llegara a perder o, ganando, no se pudiera cobrar, no debe pagar nada a su abogado.
Gastos: el trabajador está amparado por el principio de gratuidad, de modo que no debe pagar tasa de justicia ni otros gastos del juicio
Testigos: es necesario aportar los datos de dos o más testigos que puedan declarar en el juicio. Puede haber casos en que no hagan falta, pero en general se necesitan.
